Mamá, mira, mira!», grita entusiamado un pequeño mientras apunta con su dedo hacia arriba y clava sus ojos en el parpadear de las luces de Navidad que inundan la calle. Muchos adultos creen que la Navidad es de los niños por la magia de los belenes, de los árboles, los adornos, de las luces... Pero, ¿cómo «ven» la Navidad los niños invidentes?
Según Carmen Martínez, jefa de Servicios Sociales de ONCE Asturias, «intentamos que los niños invidentes disfruten de estas fechas como cualquier otro niño».
Asegura que desde su organización aconsejan a las familias que no piensen en que «como mi hijo no ve, ¿para qué voy a llevarle a la Plaza Mayor a visitar los puestos navideños o a la cabalgata de los Reyes Magos? ¿Para que sufra si no puede verlo?».
«Todo lo contrario –apunta Carmen Martínez–. Es verdad que el sentido de la vista está afectado, pero tienen el resto de los sentidos para percibir que es una época muy distinta del año».
Mucho más que luces de colores
Por eso, esta experta considera que es importante que los niños no se pierdan estas experiencias. Lo más habitual es que la luz y los colores no sean muy significativos para ellos, pero hay que transmitirles que existen, que están ahí iluminando farolas o árboles porque, de otra forma, cuando estén con sus amigos, por ejemplo, y hablen de la ornamentación, de las cabalgatas... se sentirán diferente por no saber de qué hablan.
Estos niños, además, pueden escuchar que hay más jaleo en las calles, los villancicos; tocar los adornos, oler los puestos de castañas... Las familias deben hacer lo posible por que sus hijos invidentes participen de todas las actividades que conlleva la Navidad. Hay que acercarles a todo aquello que no pueden ver, pero sí sentir. «La forma de hacerlo es llevándoles in situ a los sitios donde se lleva a todos los niños en estas fechas y contarles y describirles el entorno y, si es posible, que palpen aquello que sea referente de la Navidad», explica Carmen Martínez.
Aún así, hay que tener en cuenta la edad de los pequeños y hacerlo poco a poco. En estas fechas hay mucha gente en la calle y es conveniente que las familias elijan los momentos con menos barullo para que los niños tengan opción de moverse mejor por la calle y no recibir pisotones o empujones. «El ruido excesivo, además, les puede resultar muy agobiante porque les impide tener referencias acústicas que les den confianza y seguridad. Puede ocurrir que no reconozcan las voces de sus familiares y se desorienten».
Pero, además de los niños, también los padres tienen que interiorizar y aceptar la situación de sus hijos invidentes y convertirse en sus ojos transmitiéndoles lo que hay a su alrededor para que vivan y disfruten cada momento. Tampoco hay que abrumarles con cientos de explicaciones, sino contarles con naturalidad el entorno, según sus inquietudes.
Según Carmen Martínez, los padres deben saber que sus hijos no viven esta época del año de forma dramática. «Al contrario; se sienten ilusionados si se les transmite esa emoción». Deben participar en la colocación del árbol porque lo importante para los pequeños «no es tanto si queda más o menos bonito, ya que no lo van a ver, sino saber que es un momento especial y que han colaborado en la colocación de los adornos en un ambiente festivo y familiar». Ellos, con sus manos, pueden sentir el calor que desprenden la luces cuando se encienden y se apagan o, incluso escuchar la música que desprenden algunas luces».
El papel de los padres y hermanos es hacerles accesible todo aquello a lo que ellos no pueden llegar. La mejor forma de hacerlo es mediante experiencias «porque algunas cosas no basta únicamente con contárselas», explica Carmen Martínez. Es enriquecedor, por ejemplo, llevarles a un centro comercial y darles los juguetes para permitirles que los toquen. «Hay que poner el mundo en sus manos», apunta.
De esta forma, también será más sencillo que sepan qué juguetes les atraen más y podrán tener más claro qué pedir en su carta a los Reyes Magos. Unos Reyes que, como aseguran muchos niños consultados, «son muy listos porque saben escribir y leer en braille para saber lo que les han pedido».
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