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La Tecnología Como Mediadora En La Inclusión Educativa


ENSAYO

LAS TIFLOTECNOLOGÍAS COMO AGENTE FACILITADOR DE LA INCLUSIÓN EDUCATIVA DE LOS ESTUDIANTES CON DISCAPACIDAD VISUAL EN ZONAS RURALES Y URBANAS.

En la actualidad, las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) han permeado casi todos los aspectos de la vida cotidiana: siendo difícil imaginar un mundo sin internet, sin teléfonos inteligentes o sin computadores. Esta incursión de las tecnologías en la cotidianidad también incluye la educación, la cual se encuentra en un proceso de transformación, buscando adaptarse a la era de la masificación de la información, aunque dicho proceso ha sido lento y tedioso. Estas transformaciones que ha generado la tecnología en el ámbito educativo, se relacionan con el desarrollo de actividades interactivas, la formación virtual, el desarrollo de actividades que integren aspectos de interés para cada estilo de aprendizaje y oportunidades de inclusión para las personas con discapacidad; oportunidades que hace unos treinta años solo eran posibles en los sueños de algunas almas inquietas y deseosas de equidad.
En el caso específico de las personas con discapacidad visual, la aparición de dispositivos especializados, de los lectores y magnificadores de pantalla; y posteriormente de programas o aplicaciones que resuelven varias necesidades de esta población, supuso toda una revolución en la forma de aprender, de relacionarse socialmente y de percibir el mundo, reduciendo en gran medida la brecha que existe en cuanto al acceso a la información; gracias a estos softwares, es posible que las personas con discapacidad visual puedan acceder a textos escritos que, por su extensión, probablemente no se impriman en sistema Braille; es posible interactuar en redes sociales casi al mismo nivel de una persona vidente; es posible leer prensa escrita (ingresando a los portales web)y, en el contexto del aula de clases, es posible que el estudiante interactúe con su docente pese a que este último no domine el sistema Braille, a través el intercambio de información mediante correo electrónico, la presentación por parte del estudiante de trabajos escritos en tinta, la realización de ejercicios de matemáticas utilizando una calculadora parlante o la calculadora del dispositivo móvil; asimismo, para el docente es más fácil la adecuación del material de la clase en formatos accesibles, digitalizando la información que, seguramente, los demás estudiantes tendrán impresa en papel. Sin embargo, existe una polémica que por el momento no ha podido resolverse y tiene que ver con el uso de las TIC frente al Braille, planteando el interrogante de si las tecnologías deben remplazar al sistema Braille, si ambos se complementan o si este último tiene que mantener su exclusividad como medio de acceso a la información para las personas ciegas y con baja visión.

En Colombia, el uso de lectores y magnificadores de pantalla por parte de las personas ciegas y con baja visión se ha masificado desde el año dos mil catorce, gracias a una iniciativa del estado que permite acceder a algunos de estos programas de manera gratuita; privilegio del que anteriormente solo gozaban unos pocos, teniendo en cuenta el costo elevado de este tipo de aplicativos. Dicha iniciativa ha permitido que las instituciones educativas donde están incluidos los estudiantes con discapacidad visual también puedan utilizar estos programas, abriendo un nuevo mundo de posibilidades -hasta el momento inimaginables- tanto para los docentes como para los estudiantes ciegos y con baja visión y sus familias. La sorpresa, el asombro y las experiencias positivas al emplear el uso de las TIC como herramienta de acceso a la información para las personas con discapacidad visual son aún más notorias en las zonas rurales, donde es muy difícil acceder a libros impresos en Braille y en la mayoría de los casos el docente no conoce el sistema ni tiene oportunidades para aprenderlo; de allí que, la llegada de una capacitación o de un profesional de apoyo que les muestre lo que puede hacer una persona ciega con un computador, utilizando un lector de pantalla, se convierte en el punto de quiebre que posibilita una verdadera inclusión educativa y, por qué no decirlo, genera alternativas para que el estudiante pueda desarrollar su proyecto de vida. Tanto el  docente como el estudiante relajan tensiones e interactúan de mejor manera cuando tienen la posibilidad de comunicarse de forma asertiva y sin barreras: cuando el estudiante puede presentar su trabajo en medio magnético sin que el docente tenga dificultades para leerlo y calificarlo; cuando el estudiante puede responder un examen utilizando el computador, teniendo el mismo tiempo y las mismas oportunidades que sus compañeros videntes; o cuando el estudiante puede leer el libro que se está trabajando en clase con autonomía, sin depender de sus compañeros o de algún familiar que le ayude para la lectura. Por supuesto que la pizarra y el punzón no desaparecen del aula ni de los materiales que el estudiante utiliza, ahora el Braille se complementa con la tecnología, formando una combinación muy potente y poderosa; la toma de apuntes y la realización de trabajos cortos emplearán el sistema Braille, mientras que la lectura de libros muy extensos o que no estén impresos en sistema Braille, la realización de trabajos escritos de mayor complejidad, la realización de cuadros comparativos, de cálculos matemáticos complejos y la resolución de los exámenes estará mediada por la tecnología.
En las zonas urbanas, la mayor disponibilidad de recursos tecnológicos permite que las alternativas para favorecer la inclusión de los estudiantes con discapacidad se multipliquen, teniendo la oportunidad de escoger, entre muchas opciones, la que más se adapte a las necesidades de los estudiantes incluidos; a su vez, al haber una mayor población de estudiantes con discapacidad visual incluidos en las instituciones educativas, algunas de estas se esfuerzan para que los niños y jóvenes ciegos y con baja visión reciban una formación con calidad, aprovechando la diversidad de dispositivos tecnológicos a los que tienen acceso, permitiendo experiencias de inclusión muy significativas.
En algunas ciudades es posible acceder a una impresora Braille, a una línea Braille, a magnificadores de texto, a dispositivos adaptados y a aplicaciones específicas para la población. En la ciudad la exclusividad de los lectores y magnificadores de pantalla se pierde; en la ciudad hay muchas alternativas y, depende de las necesidades del estudiante el optar por utilizar una u otra: existe la posibilidad de imprimir en Braille ese texto corto que, por la ausencia de una impresora, el estudiante rural lee a través del computador; se tiene la opción de utilizar una línea Braille para trabajar textos en medio magnético escritos en inglés; se puede acceder a bibliotecas virtuales utilizando algún lector o magnificador de pantalla y descargar en formato electrónico esa obra literaria que se está trabajando en clase y que por su extensión es inviable imprimirla en Braille; también se puede acceder a la lectura de dicha obra utilizando el libro en físico, a través de un escáner lector que muy posiblemente esté disponible en la biblioteca pública de la ciudad o se puede digitalizar el libro en físico mediante alguno de los programas o aplicaciones móviles destinadas para tal fin. Como es posible observar, las opciones son infinitas; los recursos tecnológicos que hoy en día existen para la población con discapacidad visual disminuyen en gran medida la brecha existente para el acceso a la información, permitiendo que el estudiante tenga la oportunidad de acceder a los contenidos trabajados en las diferentes asignaturas empleando los ajustes razonables que se requieran, y reciba la información en igualdad de condiciones que sus compañeros videntes.
Un entorno de aprendizaje que surgió recientemente, pero no por eso es menos importante, tiene que ver con los Ambientes Virtuales de Aprendizaje (AVA): actualmente muchas instituciones complementan el aprendizaje en las aulas con actividades que se desarrollan a través de plataformas web: para los estudiantes de la era digital, no es extraño integrar el trabajo en el aula con la elaboración de wikis, la generación de contenidos mediante un blog, el aprendizaje colaborativo a través de las diferentes redes sociales, y la lista va en aumento con cada avance tecnológico que aparece diariamente; asimismo, la formación virtual se ha convertido en la alternativa por excelencia para las personas que, por razones económicas, de trabajo o de desplazamiento, no pueden asistir a un centro educativo. Por supuesto, este medio de acceso a la educación no es ajeno a las personas con discapacidad visual, siendo una opción que presenta muchas ventajas, siempre que el sitio web cumpla con los requerimientos de accesibilidad y usabilidad; es decir, que el sitio funcione óptimamente al interactuar con un lector o magnificador de pantalla. Lamentablemente y a pesar de la legislación existente, son muchos los sitios web (no solo educativos) que no cumplen con las condiciones mínimas de accesibilidad con lectores y magnificadores de pantalla, aspecto que obstaculiza el acceso a la información de las personas ciegas o con baja visión y atenta contra su inclusión en la sociedad.
Las oportunidades de contar con información accesible en diferentes formatos (Braille, texto digitalizado, libro hablado, entre otros) posibilitan el gran reto de la educación inclusiva: desarrollar en el aula actividades que cumplan con los parámetros del Diseño Universal de Aprendizaje (DUA); esto implica que no es el estudiante quien debe adaptarse a las actividades propuestas por el docente, sino que las actividades deben adaptarse a las necesidades y al estilo de aprendizaje de cada estudiante. En el DUA se plantea que “no existen dos cerebros iguales (neurodiversidad)”, lo cual implica que no está pensado exclusivamente para los estudiantes con discapacidad; el Diseño Universal de Aprendizaje pretende beneficiar a todos los estudiantes, “proporcionando  múltiples medios de representación (el qué del aprendizaje); múltiples medios de acción y expresión (el cómo del aprendizaje); y múltiples medios de compromiso (el porqué del aprendizaje)”. Lo anterior permite afirmar que las actividades en el aula deben diseñarse de tal manera que se respete la diversidad de formas de aprender que tiene cada estudiante. A la luz del DUA, no es descabellado pensar que un lector de pantalla podría facilitar el aprendizaje no solo a las personas con discapacidad visual, sino a un estudiante con trastornos de la lectura o de la escritura, al garantizar de manera inmediata la retroalimentación necesaria para asociar los grafemas con los fonemas; no es una locura proponer que aquel estudiante con dificultades para las matemáticas pueda servirse de un ábaco cerrado para facilitar su aprendizaje. Su principal finalidad es que en todas las actividades, sin importar la asignatura, se ofrezca al estudiante una experiencia multisensorial que genere un aprendizaje significativo para todos, sin importar las características diversas de cada individuo y sin que el docente se vea obligado a desgastarse preparando actividades diferentes para los estudiantes con cualquier tipo de discapacidad y/o de dificultades para el aprendizaje.

Es importante que, tanto el estado como las organizaciones sociales que trabajan en favor de la población con discapacidad, además de centrar sus esfuerzos en pro de la población que reside en las zonas urbanas, extiendan su accionar al ámbito rural, especialmente hacia las regiones apartadas o afectadas por el conflicto armado; en estas zonas también viven personas con discapacidad visual, muchos de los cuales (dolorosamente), por falta de información y de recursos ven vulnerados sus derechos, al desconocer que existen formas alternativas de acceder a la información y por tanto a la educación. El impacto que genera llevar las tiflotecnologías y el Braille a las zonas rurales es incalculable, pues permite a las personas ciegas y con baja visión que viven en el campo desarrollar su propio proyecto de vida de manera autónoma, buscar oportunidades de estudio y trabajo, y salir del aislamiento al que habían estado condenados por tanto tiempo.
En cuanto a la práctica pedagógica, es importante que se siga transformando, que los docentes continúen generando estrategias para integrar las TIC en el aula en beneficio de todos los estudiantes, no exclusivamente para los estudiantes con alguna discapacidad. Entender que cada individuo aprende de manera diferente no ha sido fácil para quienes trabajan en el sector educativo, especialmente porque aún se les evalúa (tanto a estudiantes como a docentes e instituciones) de manera estandarizada, suponiendo caprichosamente que el arte de aprender es un acto monótono y vacío; e ignorando que, por el contrario, el aprendizaje es un proceso dinámico que no se reduce a la transmisión de información a través de un libro. En el área de la habilitación y rehabilitación, la formación de las personas con discapacidad visual también exige a gritos grandes cambios; quienes trabajan en estos procesos necesitan comprender que el Braille ya no ejerce supremacía en cuanto a los medios de acceso a la información para las personas ciegas y con baja visión; tampoco son los sintetizadores de voz la solución a todas las dificultades que se enfrentan a este respecto. El Braille y la tecnología no son dos elecciones que se contraponen, sino que se yuxtaponen, se complementan y se fortalecen la una a la otra. Ya es tiempo de que, tanto educadores o tiflólogos como personas ciegas, abandonen ese debate absurdo sobre tal rivalidad entre el Braille y los lectores de pantalla que ellos mismos se inventaron, y enriquezcan su quehacer profesional o cotidiano integrando todas las alternativas de acceso a la información escrita que se encuentren disponibles.
Por último, se hace un llamado respetuoso a todos los desarrolladores web, más aún a quienes trabajan para el estado, con el fin de que cumplan con los parámetros de accesibilidad requeridos al diseñar los diferentes portales y plataformas, garantizando el derecho al acceso a la información a todas las personas, lo cual también incluye a la población con discapacidad visual.

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