Si hay algo que ha
generado controversia y resistencia cuando se habla de educación inclusiva en
Colombia, es todo lo que esté relacionado con la elaboración del Plan
Individual de Ajustes Razonables (PIAR); este documento busca registrar los
ajustes que, se esperaría, los docentes han aplicado en el aula durante todo el
tiempo de trabajo con el estudiante con discapacidad. Sin embargo, sea por
falta de información, por sobrecarga de trabajo o por resistencia hacia la
educación inclusiva, en la práctica es posible observar que, si se tiene
diligenciado el formato no se aplica en la cotidianidad de las clases; que
algunos hacen los ajustes, pero no los registran en el formato; y en el peor de
los casos, ni ajustes en el papel, ni ajustes en la realidad.
El PIAR tiene dos momentos
esenciales, que son su alma y su centro: se trata de la caracterización
pedagógica y de los ajustes razonables; en esta oportunidad, se explicarán siete aspectos clave que se deben tener en cuenta para elaborar una buena
caracterización pedagógica, no sin antes aclarar que esta no tiene nada que ver
con el diagnóstico clínico, sino con lo que cada docente puede observar en la
interacción cotidiana con el estudiante con discapacidad. Los diagnósticos son
importantes, sí, pero pedagógicamente no ofrecen ningún insumo para trabajar y
hacen entender al docente que tiene que desarrollar funciones de terapeuta
cuando no es así; la caracterización pedagógica se realiza desde el propio
contexto educativo y ofrece un panorama sobre las fortalezas y las necesidades
del estudiante en cuanto a su proceso de enseñanza-aprendizaje.
Hechas las
conceptualizaciones y las aclaraciones pertinentes, a continuación, se explican
brevemente cada uno de los aspectos que se deben tener en cuenta para elaborar
la caracterización pedagógica:
1.
Contexto y vida familiar: aquí se recogen datos
generales del estudiante, su familia y cuidadores y todo aquello relevante al
entorno inmediato en el que vive. Debe documentarse con quién vive, en qué
condiciones (materiales y afectivas), cómo son las relaciones actuales del
estudiante con sus familiares, quién se encarga de su cuidado, entre otros.
También debe recogerse información sobre situaciones traumáticas o difíciles
que haya enfrentado la familia y que puedan tener un efecto en la vida del
estudiante y en su desarrollo (p. ej.: desplazamiento forzoso, violencia
intrafamiliar, muerte de algún ser querido, separación de los padres, etc.).
2.
Habilidades intelectuales: Incluye la percepción de los maestros de
aula, con respecto al rendimiento del estudiante en su asignatura, en términos
de las siguientes capacidades: atención; procesos de razonamiento; competencias
de lectura y escritura; memoria. Se recomienda que cada docente de aula, en
compañía del docente de apoyo (si lo
hay), después de un periodo de observación del estudiante de al menos quince
días, den cuenta de su percepción en torno a las habilidades intelectuales del
estudiante en su asignatura. Aquí es fundamental identificar las cualidades y
las capacidades de los estudiantes frente a qué tareas sí logran evidenciar las
habilidades aquí descritas y en cuáles no, y qué apoyos precisan para lograrlo.
En otras palabras, qué situaciones o tareas permiten que el estudiante sí
atienda, sí realice inferencias apropiadas, sí se comunique de manera
recíproca, sí planifique cómo llegará a una meta determinada, etc.
3.
Bienestar emocional: aquí se recoge información sobre la autoestima
del estudiante, la percepción que tiene sobre su propia vida, la ausencia (o
presencia) de sentimientos negativos con respecto a quién es, lo que ha logrado
y lo que no. También se compila información sobre sus estrategias de
afrontamiento cuando debe asumir situaciones difíciles (cómo maneja la pérdida,
el fracaso, el conflicto, qué relación tiene con la autoridad y cómo agencia el
cumplimiento de la norma, entre otros).
4.
Conducta adaptativa y desarrollo personal: En esta dimensión se
recopila información sobre las habilidades conceptuales, sociales y prácticas
que son indispensables para una vida autónoma e independiente. A modo general,
deben recogerse aquí todos los apoyos que el estudiante emplee para cualificar
su visión, audición o movilidad en la vida diaria (audífonos, anteojos, silla
de ruedas, bastón, caminador, etc.). En cuanto a las habilidades prácticas, es
fundamental recoger información sobre si el estudiante está en proceso de
adquirir (o ya ha adquirido) habilidades de lectura y escritura acordes a su
edad y escolaridad; si tiene un adecuado concepto del dinero, del tiempo – sabe
cómo funciona el reloj y puede estimar cuánto le puede llevar un desplazamiento
o una actividad concreta– y domina, según lo esperado, operaciones básicas
(suma, resta, multiplicación o división). En cuanto a las habilidades sociales,
es vital conocer si el estudiante sabe cuáles son las normas y las reglas
escolares, reconoce escenarios en los que se cumplen y cuándo se rompen y tiene
adecuadas habilidades para relacionarse con pares y adultos. Otro aspecto
relevante en cuanto a las habilidades prácticas, es determinar si el estudiante
puede ocuparse, según como sea esperado para su edad y entorno cultural, de su
cuidado personal (aseo, alimentación y vestido), si sabe y domina el uso de
nuevas tecnologías (según el contexto inmediato en el que se desenvuelva); si
sabe cómo emplear medios de transporte para trasladarse de un lugar a otro; si
desarrolla actividades ocupacionales o recreativas de modo aceptable (sabe
preparar alimentos sencillos y domina ciertas actividades domésticas como
tender la cama, doblar la ropa, etc. o practica algún deporte).
5.
Salud y bienestar físico: aquí es fundamental recoger el
diagnóstico que el estudiante tenga, si hay un informe que lo respalde, qué se
trabaja y cómo se apoya al estudiante en servicios terapéuticos externos (neuropsicología,
terapia ocupacional, fonoaudiología, psicología, psiquiatría). También es
importante conocer si el estudiante consume algún medicamento, sus posibles
efectos secundarios, cómo se maneja en casa y qué cuidados deben tenerse en el
medio escolar a este respecto.
6.
Participación e inclusión social: en esta dimensión es esencial
reconocer las redes y los grupos en los que el estudiante participa, cómo se desenvuelve
en estos, con qué apoyos comunitarios y de familia extensa cuenta, y si se
siente parte activa (o no) de la vida en sociedad.
7.
Metas de aprendizaje: en esta dimensión se incluyen todas aquellas
metas y finalidades que debe lograr el estudiante en su proceso de aprendizaje,
así como las adaptaciones que resultan más apropiadas para cada una. Estas
metas están relacionadas con el dominio de ciertos conocimientos (la multiplicación,
las fracciones, el ciclo del agua), y de ciertas competencias o capacidades
(procesos de razonamiento, nuevas relaciones entre conceptos, ampliación del
vocabulario). Cada estudiante puede seguir una trayectoria de aprendizaje
diferente; puede emplear herramientas culturales o apoyos distintos a los de
los demás; tomar más o menos tiempo que los otros o desplegar distinto tipo de
estrategias cognitivas (que otros estudiantes no emplean o no necesitan). Una
trayectoria de aprendizaje particular puede estar anclada a una trayectoria de
desarrollo no normotípica (p. ej.: aquellas trayectorias que se derivan de
distintas discapacidades). Aquí es fundamental identificar las capacidades
combinadas de los estudiantes, en qué contextos y frente a qué situaciones el
estudiante es exitoso y logra las metas propuestas.
Todo lo anterior permite
recoger y organizar la información, de tal manera que se tenga un panorama
claro y concreto acerca de las características particulares del estudiante y su
implicación en el proceso de enseñanza-aprendizaje, siempre desde la
perspectiva del individuo como persona en desarrollo y con capacidad para aprender.
Luego de organizar toda la información obtenida, se tendrán los insumos
suficientes para establecer los ajustes razonables requeridos.
Con esta información, se
espera impactar de manera positiva en el que hacer de los docentes, aclarando
algunas dudas respecto de la caracterización pedagógica que, en ocasiones,
influyen en el adecuado desarrollo de esta sección del PIAR, pues se incurre en
errores prevenibles y evitables.
Para más información,
puede consultar la fuente: Documento
De Orientaciones Técnicas, Administrativas Y Pedagógicas Para La Atención
Educativa A Estudiantes Con Discapacidad, En El Marco De La Educación Inclusiva
Elaborado para la
Secretaría de Educación del Municipio de Floridablanca.
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con tus compañeros docentes.
Doctora, tengo un estudiante. Invidente de grado 6, estoy en el Área de Artística, con los temas, sombras, tipos de luz, tipos de sombras no se con que material debo decirle al niño pueda desarrollar sus dibujos con estos temas, yo le presento varias imágenes, para cada uno de estos temas pero como representa, con que material se pueda trabajar, soy maestra de Florida Blanca ya había tenido la oportunidad de comunicarme co. Usted soy la profesora de Ángel Santiago Cordero del Instituto Madre del Buen Consejo gracias
ResponderBorrarBuenos días profesora.
BorrarEn primer lugar, es muy importante valernos del recuerdo del estudiante, teniendo en cuenta que adquirió su discapacidad hace aproximadamente 4 años y puede entender perfectamente (mediante el recuerdo) conceptos tan visuales como este. Para representarlo, se pueden utilizar texturas más fuertes en las sombras y más tenues en la luz; es decir, si se va a trabajar punzando, los puntos deben estar más juntos en la proyección de la sombra y más separados en la parte de luz; si se va a considerar otro material, se podría trabajar de forma parecida.
Quedo atenta a cualquier otra inquietud.