La vida
está llena de dificultades, de eventos trágicos, de infinidad de problemas
cotidianos y otros un poco menos frecuentes pero mucho más graves… sin embargo,
en ocasiones la situación vivida nos desborda, nos deja sin aliento, nos
desorienta totalmente y modifica nuestro panorama; hablo de situaciones como accidentes
con consecuencias graves e irreversibles, traumas generados por la guerra, el fallecimiento
de un ser querido, la pérdida del empleo y demás eventos que nos hacen perder
el control de nuestro futuro. ¿Cómo hacer frente a todas esas situaciones traumáticas
que nos cambian la vida?
La
fuerza para sobreponerse después de un evento catastrófico o una situación
traumática se denomina resiliencia. En física, la resiliencia es la capacidad
de un cuerpo para volver a su forma original, después de ser sometido a presión:
una esponja, por ejemplo, cambia de forma cuando la apretamos con la mano, pero
al dejar de ejercer presión recupera su forma anterior. En psicología, como ya
dijimos, la resiliencia es la capacidad que tenemos las personas para
recuperarnos y aprender después de haber experimentado una situación
traumática.
Para
comprender mejor, la resiliencia es imitar al ave Fénix, es resurgir de las
cenizas con mayor fuerza y fortaleza.
¿CÓMO SER RESILIENTE?
Si estás
pasando por un momento difícil y no sabes cómo salir del pozo, las siguientes
recomendaciones te ayudarán a seguir con tu vida:
1. Expresa tus emociones: existe una tendencia al positivismo extremo,
que en ocasiones nos lleva a enmascarar lo que en realidad estamos sintiendo;
si te sientes triste, si quieres llorar, si sientes rabia… ¡Exprésalo! De nada
sirve cargarse con todos esos sentimientos negativos; hay que dejarlos salir.
2. Busca apoyo en tu familia y amigos: la autosuficiencia es un mito
que nos han vendido por años. Siempre necesitamos de aquellas personas que
están a nuestro alrededor. Pide un consejo, recibe las palabras de aliento,
estrecha tus relaciones con aquellos que han tomado distancia, expresa y recibe
afecto ¡Nada más sanador que un buen abrazo!
3. Ponte metas: deben ser metas realizables a corto plazo, fáciles de
cumplir y que tengan significado para ti. También deben ser específicas (se
suele ser muy ambiguo cuando se elabora un proyecto de vida). Olvida el “Ser mejor
persona”; cámbialo por “aprender a comunicarme de manera asertiva”, por citar
un ejemplo. No olvides planificar los pasos a seguir para alcanzar cada meta
propuesta.
4. No te quedes solo en planes: la razón por la que recomendé buscar
metas realizables, es porque no deben quedarse en el papel. ¡Es el momento de
entrar en acción y ejecutar cada paso que te llevará a lograr tus metas!
5. Aprende de la situación que viviste: cada circunstancia que vivimos
es una oportunidad de aprendizaje; la vida es experta en darnos lecciones. Toma
ese momento difícil, esa situación digna de no repetir, y conviértela en un
evento que te sirva para transformarte, para ser cada día mejor, para
autosuperarte y ayudar a otras personas que estén viviendo aquello que ya tú
viviste.
No
conozco tus circunstancias, pero espero haber contribuido un poco para que
potencialices tu capacidad de resiliencia.
No te
olvides de poner en práctica estas recomendaciones.
Subscríbete
o comparte nuestro contenido.
Comentarios
Publicar un comentario