Estrategias Y Herramientas Para El Manejo De La Selectividad Alimentaria En Niños Con Discapacidad Visual
¡Hola a todos! Hoy abordaremos un tema crucial
que puede generar preocupación en muchas familias y profesionales: la selectividad
alimentaria en niños, con un enfoque particular en aquellos que presentan discapacidad
visual. Comprender las particularidades de esta población es fundamental
para ofrecer un apoyo efectivo y cercano.
¿Qué es la
selectividad alimentaria y por qué es relevante en niños con discapacidad visual?
La selectividad alimentaria, también conocida
como "picky eating" o "comer selectivo", se refiere a la
restricción en la variedad de alimentos que un niño está dispuesto a consumir.
Esto puede manifestarse en el rechazo de ciertos grupos de alimentos, texturas,
colores o temperaturas específicas. Si bien es un comportamiento común en el
desarrollo típico de los niños, en aquellos con discapacidad visual, esta
selectividad puede presentar matices y desafíos únicos.
Para un niño vidente, la vista juega un papel
preponderante en la exploración de los alimentos. Aprenden a reconocerlos por
su color, forma, tamaño, y pueden anticipar su sabor y textura. Sin embargo,
para un niño con discapacidad visual, la experiencia alimentaria se construye
principalmente a través de otros sentidos. Como explican Buiza y Fernández
(2007) en su guía sobre estimulación en niños ciegos, "la ausencia de la
visión obliga a una mayor dependencia de los sentidos táctil, olfativo y gustativo
para la exploración del entorno y, por ende, de los alimentos" (p. 67).
Esto significa que la presentación de los alimentos, su textura, olor y sonido
al masticar, adquieren una relevancia aún mayor, pudiendo convertirse en
barreras si no se manejan adecuadamente.
Retos y particularidades en la selectividad alimentaria
La selectividad alimentaria en niños con
discapacidad visual puede estar influenciada por diversos factores, que es
importante considerar tanto para padres como para profesionales:
- Exploración sensorial limitada:
- Texturas: Un niño vidente puede anticipar la textura de un alimento.
Un niño con discapacidad visual dependerá completamente del tacto y la
boca. Una textura inesperada, pegajosa, demasiado blanda o demasiado dura
puede generar aversión.
- Olor y Sabor: Aunque el olfato y el gusto se
potencian, la ausencia de la vista puede hacer que ciertos olores o
sabores intensos sean abrumadores o, por el contrario, que la falta de un
estímulo visual disminuya el interés por probar algo nuevo.
- Temperatura: Pueden ser más sensibles a las
temperaturas extremas de los alimentos.
- Dificultades en la coordinación motora oral y manipulación:
- Algunos niños con discapacidad visual pueden presentar
desafíos en la coordinación mano-boca o en la manipulación de cubiertos,
lo que les genera frustración durante las comidas y puede llevar al
rechazo de alimentos que requieran mayor habilidad. La guía de UNICEF
sobre nutrición en niños con discapacidad (UNICEF, 2021) destaca que
"los niños y niñas con discapacidad pueden necesitar más tiempo y
asistencia para comer si tienen dificultades para succionar, tragar,
mantenerse erguidos o sujetar" (p. 2).
- La falta de referencia visual puede dificultar la
localización de los alimentos en el plato, haciendo que la experiencia de
comer sea menos placentera y más un desafío.
- Necesidad de previsibilidad y rutina:
- Los niños con discapacidad visual a menudo prosperan en
entornos predecibles. Cambios bruscos en la presentación de la comida, el
lugar donde se come o los utensilios utilizados pueden generar ansiedad y
resistencia a la alimentación.
- "La hora de comer es el telón de fondo de muchas
experiencias sociales", señala un artículo de FamilyConnect (2013).
Establecer rutinas constantes ayuda al niño a saber qué esperar y fomenta
la confianza.
- Factores emocionales y conductuales:
- La ansiedad o el miedo a lo desconocido pueden manifestarse
como rechazo a nuevos alimentos.
- La falta de un modelo visual para la imitación puede limitar
el aprendizaje de patrones alimentarios sociales y de hábitos de
alimentación.
Estrategias y el rol fundamental del adulto
Tanto padres como profesionales desempeñan un
papel crucial en la superación de la selectividad alimentaria. La clave es un
enfoque paciente, multisensorial y adaptado a las necesidades individuales del
niño.
Para los padres y cuidadores:
- Crear un ambiente tranquilo y predecible:
Establecer horarios de comida regulares y un lugar fijo. Minimizar
distracciones como la televisión o el ruido excesivo. La previsibilidad
reduce la ansiedad.
- Fomentar la exploración multisensorial (fuera de la mesa):
- Permitir que el niño toque, huela y juegue con los alimentos (frutas,
verduras, pasta cruda) en un contexto no relacionado con la comida. Esto
reduce la aversión a las texturas y olores.
- "Jugar con la comida" en un ambiente controlado
puede ser muy beneficioso para desensibilizar al niño a diferentes
propiedades de los alimentos.
- Presentación consistente y descripciones verbales:
- Siempre colocar los alimentos y utensilios en el mismo lugar
dentro del plato o la mesa. Esto ayuda a la orientación espacial.
- Describir verbalmente los alimentos: "Aquí tienes una
manzana roja y crujiente", "Este puré de papa es suave y
cálido". Esto compensa la falta de información visual y ayuda a
construir una imagen mental.
- Pequeñas porciones y exposición repetida:
Ofrecer cantidades muy pequeñas de alimentos nuevos junto con los
alimentos preferidos del niño. No forzar la ingesta. La exposición
repetida (hasta 10-15 veces) sin presión es clave para la aceptación.
- Involucrar al niño en la preparación de alimentos:
Permitirles lavar, mezclar, oler ingredientes. Esto aumenta la
familiaridad y reduce la novedad.
- Paciencia y refuerzo positivo:
Celebrar cada pequeño avance, incluso si solo tocan o huelen un alimento
nuevo. Evitar la presión, los castigos o las recompensas basadas en la
comida, ya que pueden generar una relación negativa con la alimentación.
Para los profesionales (terapeutas ocupacionales, nutricionistas,
psicólogos, educadores):
- Evaluación integral: Realizar una evaluación detallada de las
habilidades motoras orales, la sensibilidad sensorial, las habilidades de
manipulación y los patrones conductuales del niño. Identificar las causas
subyacentes de la selectividad.
- Enfoque de integración sensorial:
Muchos casos de selectividad alimentaria, especialmente en niños con
discapacidad, tienen un componente sensorial. Trabajar la
desensibilización oral con texturas no alimentarias (cepillos, mordedores)
o introducir gradualmente nuevas texturas puede ser efectivo.
- Estrategias de modelado y guía física:
Demostrar cómo se manipulan los cubiertos o cómo se come un alimento,
guiando las manos del niño. Adaptar los utensilios si es necesario
(cubiertos con mangos más gruesos, platos con bordes).
- Trabajo colaborativo con la familia:
Educar a los padres sobre las estrategias, brindarles herramientas
prácticas y apoyo emocional. La consistencia en el hogar es vital.
- Creación de "menús sensoriales":
Diseñar planes de alimentación que consideren las preferencias sensoriales
del niño y que introduzcan variaciones de forma gradual y estructurada.
- Intervención conductual: En casos de aversiones severas, aplicar
técnicas de modificación de conducta bajo la supervisión de un
especialista.
La selectividad alimentaria en niños con
discapacidad visual es un desafío que requiere un enfoque comprensivo y
multidisciplinario. Al trabajar juntos, padres y profesionales pueden crear un
entorno de apoyo que fomente una relación positiva con la comida y asegure un
desarrollo nutricional óptimo para estos niños.
¿Estás lidiando con la selectividad alimentaria
de tu hijo? ¡No te quedes con dudas!
- Solicita una
consulta. ¡Podemos ayudarte a desarrollar un plan personalizado para
tu familia!
- Comparte tu experiencia en los comentarios: ¿Qué
estrategias te han funcionado? ¡Tu historia puede ayudar a otros!
Referencias
Blázquez, P. (2012). Intervención temprana en
niños con discapacidad visual. Psicología y Educación, 5(2),
23-32. https://www.cop.es/colegiados/PV00520/PSIEDUCACION2.pdf
Buiza, J. J., & Fernández, E. (2007). Estimulación
y desarrollo psicomotor en niños ciegos o con discapacidad visual. ONCE. https://www.once.es/servicios-sociales/biblioteca-digital/publicaciones/estimulacion-y-desarrollo-psicomotor-en-ninos-ciegos-o-con-discapacidad-visual
FamilyConnect. (2013). Habilidades alimentarias
para bebés y niños pequeños ciegos o con baja visión. American Printing House
for the Blind. https://aphconnectcenter.org/familyconnect/browse-by-age/babies-and-toddlers/self-care/eating-skills-3895/?lang=es
Marchesi, A., Martín, E., & Soler, M.
(2007). Discapacidad visual: Educación y desarrollo. Alianza Editorial.
(Versión española citada en el texto, aunque no se encontró enlace directo a
una edición en línea).
Moya, A. (2009). El desarrollo del niño
ciego: Consideraciones teóricas y prácticas para la intervención. Colección
Educación y Desarrollo. CCS. https://www.casadellibro.com/libro-el-desarrollo-del-nino-ciego-consideraciones-teoricas-y-practicas-para-la-intervencion/9788498218151/1393664
Scholl, G. T. (1986). Foundations of
education for blind and visually handicapped children and youth. American
Foundation for the Blind. https://archive.org/details/foundationsofedu00scho
UNICEF. (2021). Nutrición y seguridad
alimentaria inclusiva en la acción humanitaria. https://www.unicef.org/media/153796/file/Disability-Inclusive%20in%20Humanitarian%20Action:%20Nutrition%20ES.pdf
Comentarios
Publicar un comentario